Alejandro Narváez – IIEE https://www.iiee.edu.pe Instituto Internacional de Economìa y Empresa Sat, 12 Feb 2022 14:40:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 https://www.iiee.edu.pe/wp-content/uploads/2021/11/LOGO-HORIZONTAL-removebg-preview-1-69x69.png Alejandro Narváez – IIEE https://www.iiee.edu.pe 32 32 Bitcoin: ¿es el dinero del futuro? https://www.iiee.edu.pe/bitcoin-es-el-dinero-del-futuro/ https://www.iiee.edu.pe/bitcoin-es-el-dinero-del-futuro/#respond Sat, 12 Feb 2022 14:40:19 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5877 En las últimas décadas hemos sido testigos de auténticas innovaciones tecnológicas que han surgido a un ritmo extraordinariamente veloz, casi sin dejarnos tiempo para reflexionar sobre su real impacto. Me refiero a Internet, el correo electrónico, los teléfonos inteligentes, Google, Facebook, Twitter y demás, que han transformado los modelos de negocio de empresas y la vida cotidiana de la gente. Cuando leí por primera vez noticias sobre Bitcoin, mi interés sólo se veía superado por mi escepticismo y, dada mi condición de docente de finanzas, despertó también mi curiosidad en sumo grado.

El dinero es la institución social por excelencia. Fue creado por la sociedad de forma evolutiva y espontánea a lo largo de los siglos, siendo además un bien económico común generalmente aceptado, permitiendo que se multipliquen los intercambios de bienes y de servicios entre individuos hasta llegar al nivel de prosperidad y de acumulación de riqueza de hoy en día.

En una sociedad compleja no se puede organizar la actividad económica sin una unidad de medida, una reserva/depósito de valor, o un medio de intercambio. La calidad del dinero se determina evaluando qué tan bien cumple esas tres funciones. Sin una unidad monetaria estable e independiente, los derechos de propiedad se ven alterados y no pueden sobrevivir. Sin derechos de propiedad, no serían posibles el comercio, el ahorro o la inversión. Por último, sin comercio, ahorro e inversión se paralizaría la acumulación del capital o riqueza, que es la base del progreso de la civilización. En definitiva, no puede haber un mercado libre sin un dinero (o moneda) sano. De manera que, en ausencia de un mercado libre, la libertad no sería más que un mero concepto filosófico.

El Bitcoin es dinero digital (no electrónico), creado en 2009, como una clara alternativa al dinero fiduciario de curso legal. Sirve como cualquier otra moneda o divisa tradicional (dólar, euro, yen, sol, etc.) para intercambiar bienes y servicios. Sin embargo, a diferencia del dinero de curso legal que usamos, lo más importante del Bitcoin es su independencia frente a cualquier Banco Central o Gobierno, y por tanto a una posible devaluación, congelamiento o pérdida, como ocurre con el dólar, el euro o el sol peruano, merced a la intervención “sucia” del Banco Central. A diferencia de otras divisas no hay detrás una política monetaria ni comercial, como tampoco hay un modelo económico de país que fortalezca o debilite el valor del Bitcoin. Su precio viene sólo empujado por la demanda, ya que su oferta, es limitada o finita.

Esencialmente, el Bitcoin no es más que un archivo digital en el que se enumeran todas las operaciones o transacciones que se han realizado en la red en una versión de lo que podríamos llamar un libro mayor de contabilidad, que en este caso se conoce como “cadena de bloques” o blockchain. Esta tecnología está dando lugar a un nuevo patrón económico basado en la descentralización de la confianza, donde todos podremos intercambiar bienes y servicios sin necesidad de terceros.

Cuando el Bitcoin vio la luz en el año 2009 su precio apenas era de unos pocos centavos de dólar. En aquel entonces la tecnología blockchain era completamente desconocida, nadie veía valor en ella y, por ende, el precio del Bitcoin reflejaba ese desconocimiento. Desde su creación hasta el día de hoy, la comunidad de usuarios de blockchain y, por consiguiente, de bitcoins, ha crecido ininterrumpidamente. Este crecimiento queda reflejado en el número de wallets (monederos digitales para depositar bitcoins) que se han creado desde el nacimiento del Bitcoin.

Sólo en el año 2017 el número de estos monederos digitales pasaron de 10 a 17 millones. Estas cifras muestran la fortaleza de la demanda global de bitcoins, lo que tiene un reflejo directo en el aumento de su cotización, llegando en noviembre de este año a un precio de mercado de BTC/USD 7,500.00. Su aceptación y su creciente, tanto en el ámbito público como en el privado, también se refleja en el número de plataformas de intercambio, casas de cambio o Exchanges, cajeros automáticos, etc., en que operan en la actualidad. No obstante, para el inversor calificado, el hecho de que estas plataformas no tengan una adecuada regulación puede suponer un freno, por la desconfianza que le genera el funcionamiento de las mismas.

El creciente interés sobre el Bitcoin se refleja en la evolución de su precio. Si bien es cierto que la volatilidad en su cotización puede provocar una cierta desconfianza en relación con su desempeño futuro, mientras su comunidad o colectivo de usuarios, fuente real de fortaleza del Bitcoin, continúe en aumento, seguirá fortaleciéndose. Todo parece indicar que así va a ser, por lo que, sin duda, los próximos años dos a tres años serán claves para el futuro del Bitcoin en su camino a convertirse en una alternativa real a las divisas tradicionales, y una amenaza a la supervivencia de los todopoderosos bancos centrales. No hace falta tener una bola de cristal para vislumbrar el futuro prometedor del Bitcoin. Sólo hay que mirar el camino recorrido desde su creación para advertir que la nueva divisa digital provocará más pronto que tarde una verdadera revolución en el sistema financiero mundial.

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Ranking Mundial de Corrupción 2022: el Perú retrocede https://www.iiee.edu.pe/ranking-mundial-de-corrupcion-2022-el-peru-retrocede/ https://www.iiee.edu.pe/ranking-mundial-de-corrupcion-2022-el-peru-retrocede/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:45:40 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5769 Alejandro Narváez Liceras

Medir la corrupción es complejo. Es un fenómeno que se manifiesta de forma opaca y, a menudo, no deja rastros. No obstante, a pesar de su dificultad, es importante por múltiples razones conocer los niveles de corrupción de los países, y así determinar sus logros y sus fracasos. Contar con instrumentos que permitan calibrar los niveles de corrupción o de transparencia, contribuye a fortalecer los mecanismos institucionales de rendición de cuentas, así como a evaluar las políticas públicas para combatir la corrupción.

Hay evidencias que muestran que la corrupción inhibe o impide el efecto social de la inversión pública en áreas estratégicas como educación, salud, justicia, etc., fomentando así el aumento de la pobreza y la exclusión social, por ello, es innegable que los índices de corrupción ejercen una importante influencia en el desarrollo político, económico y social de un país.

La corrupción se estanca en el mundo

El Índice de Percepción de Corrupción (IPC), que se basa en macroencuestas a expertos del sector privado y ejecutivos de empresas de 180 países, que fue presentado por Transparencia Internacional (TI) este 25 de enero último, demuestra que los niveles de corrupción se encuentran estancados a nivel mundial, con escaso o ningún progreso en el 86 % de los países estudiados. Los países ejemplares en el IPC 2021 son Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda (con 88 puntos de 100 posibles), seguidos de Noruega, Singapur y Suecia (con 85 puntos). Los estados que se ubican en la cola del ranking mundial son: Siria y Somalia con 13 puntos, mientras que Sudán del Sur, obtuvo apenas 11 puntos.

En América Latina y el Caribe (ALC) los países mejor ubicados en el último informe de TI son: Uruguay con 73 puntos ocupa el lugar 18 a nivel internacional. Luego vienen Chile (67 puntos), Costa Rica (58) y Cuba (46). Son los únicos cuatro países de la región que superan la puntuación media de 43 en toda América. Mención aparte merece Chile. Nuestro vecino país sigue estancado en los 67 puntos desde 2017 y hoy tiene una “oportunidad única” para mejorar esa puntuación si incorpora elementos de anticorrupción en la propuesta de la nueva Constitución que se viene gestando.

El Perú retrocede

En la última edición de IPC 2021, Perú obtuvo una evaluación de 36 puntos de 100 posibles. Con esta calificación, el país se ubica en la posición 105 de los 180 países evaluados. Esto supone un retroceso de 2 puestos con respecto al IPC 2020. Hace 10 años (2012) el Perú tenía una evaluación de 38 puntos y en el 2016 tuvo la peor nota (35). Estas cifras reflejan que en nuestro país siguen intacto los niveles de corrupción, con claros visos de extenderse aún más.

A lo largo de los últimos 20 años hubo varios intentos de lucha contra la corrupción. Por citar algunos: La Iniciativa Nacional Anticorrupción (INA, 2001) promovido por el gobierno de transición 2000 – 2001 propuso reformas contra la corrupción sistémica de los años 90. En el 2010 se creó la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN). Esta Comisión publicó después de siete  largos años (2017) un documento llamado “Política Nacional de Integridad y Lucha Contra la Corrupción (PNILC)” y puso en marcha el Plan 2018 – 2021 de lucha contra la corrupción. Los resultados de dichas iniciativas han sido claramente mediocres. Algunas razones para ello: i) la falta de una sincera voluntad política de los gobernantes, ii) Una CAN ineficiente y burocrática con 24 miembros y iii) unos planes más enfocados en procesos que en resultados.

La economía negra se extiende 

En todas las ciudades hay enormes cloacas, aunque no bajemos a ellas. La vida normal de la gente produce desechos putrefactos, aunque no queramos olerlas. Haciendo un símil, la actividad económica también tiene sus propios excrementos, sus cloacas y sus fosas sépticas, aunque miremos a otro lado, o hagamos de la vista gorda.

Desde las más variadas formas de corrupción, hasta el fétido tráfico de drogas o de armas, pasando por el fraude fiscal, la trata de personas, el uso de información privilegiada, la piratería, la doble contabilidad, el nepotismo, el tráfico de influencias, el lavado de activos y la economía negra o informal. Son actividades que se expanden peligrosamente en nuestro país y están fuera del control del Estado.

Por citar dos casos de corrupción más conocidos en el Perú: “Lava Jato” y “Club de la Construcción”. Estos casos exhiben un esquema con patrones de corrupción de alcance nacional e internacional, involucrando actores con poder político y económico, como expresidentes de la República, exministros de gobierno, exgobernadores regionales, alcaldes, políticos de diversos partidos y tendencias, así como empresas privadas, conglomerados nacionales y extranjeros, y proyectos de gran envergadura económica e impacto social.

El caso más emblemático es el “Club de la Construcción”. Este caso hace referencia a un cartel de empresas constructoras que repartían en un orden, previamente acordado, las obras adjudicadas por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones a través de Provías Nacional, a cambio de millonarios sobornos a un grupo de personas externas y funcionarios del Ministerio. Al 31 de diciembre de 2020, sólo en este caso, estaban incorporados al proceso penal 46 empresas (véase el Informe de Gestión y Resultados 2017-2020. Procuraduría Pública ad hoc para el caso Odebrecht y otras). Estos dos ejemplos, pintan de cuerpo entero la dimensión y la gravedad de la corrupción en el Perú. Atajarlo, no será fácil.

Ese lado oscuro y opaco de la economía, ha pervertido la política, la justicia, la realidad económica, las prácticas sociales, las acciones del gobierno, el mundo del trabajo, los fines y los modos de vida cotidiana de la gente, y a su vez ha engendrado una clase rica hecha en la penumbra y al margen de la ley, empeñada en controlar la política y los principales espacios de poder, poniendo en peligro la supervivencia de nuestra débil democracia.

Un país sólo puede prosperar sobre la base de la confianza mayoritaria de sus ciudadanos y de sus socios económicos y comerciales del exterior. La confianza es una condición esencial para que las instituciones funcionen adecuadamente. Es la única garantía que tenemos para que nuestro modo de vida no se escurra por las cloacas de la economía. La desconfianza no es rentable para el país. La “falta de moral”, en términos deportivos, no ya éticos, tiende a paralizar la economía, debilita su crecimiento, desmotiva la entrada de capitales foráneos al país y la participación de emprendedores locales. El propio Adam Smith, padre supremo del liberalismo, en el capítulo III de La riqueza de las naciones (1776), aconsejaba: “el comercio y las manufacturas solo pueden florecer en un Estado en que exista cierto grado de confianza en la justicia y el gobierno.”

Cada modelo o ideología económica conlleva ciertos valores éticos y, en ese sentido, propicia o dificulta determinadas conductas humanas. El modelo económico neoliberal, que magnifica la “mano invisible del mercado” y considera al Estado como un obstáculo a la libertad, se presta más para que las sociedades devalúen sus normas éticas. El culto al dinero, la codicia, el egoísmo la insolidaridad, etc., son algunos rasgos observables de un desarme moral de la sociedad actual. El viejo Keynes, hace más de ochenta años decía al respecto: “la avaricia es un vicio, la aplicación de la usura, una fechoría y el amor al dinero, detestable”.

Finalmente, no ha sido mi intención en este artículo hacer una proclama moralizante, porque ni están los tiempos para aguantar encima sermones, ni yo soy quién para darlos. Pero, después de estar vinculado más de 20 años a instituciones públicas y privadas y de haber asumido direcciones de relevancia, puedo decir con absoluta certeza, que si bien “la falta de moral”, las prácticas perversas y toxicas de ciertas personas, están ganando terreno peligrosamente, también es verdad que he visto y conocido funcionarios públicos, empresarios privados, ciudadanos de a pie, que se resisten a ser atrapados por la corrupción, la codicia, el afán de lucro, el dinero fácil y defienden con firmeza y orgullo sus principios y sus valores, aun a costa de quedarse sin empleo o perder su empresa (publicado 29/1/22).

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Sombrío panorama de la económico mundial en el 2022 https://www.iiee.edu.pe/sombrio-panorama-de-la-economico-mundial-en-el-2022/ https://www.iiee.edu.pe/sombrio-panorama-de-la-economico-mundial-en-el-2022/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:42:56 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5766 Alejandro Narváez Liceras

El año 2022 estaba llamado a ser el punto de partida de un mundo post coronavirus, el inicio de la nueva normalidad. Sin embargo, la aparición de nuevas variantes del virus ha hecho trizas los buenos augurios que se tenía para este año.  Tras el fuerte rebote registrado en 2021, la economía mundial ha entrado en un proceso de caída acelerada en medio de la variante ómicron, de una fuerte inflación, la deuda soberana, el desempleo y la desigualdad creciente. Todo ello, ha puesto en peligro la recuperación de las economías emergentes y en desarrollo, principalmente, según los últimos vaticinios de organismos internacionales.

Pronósticos del Banco Mundial

 

El informe de enero 2022, “Perspectivas económicas mundiales” del Banco Mundial (BM), pronostica que el crecimiento de la economía mundial se desacelerará notablemente, pasando del 5.5 % en 2021 al 4.1 % en 2022 y al 3.2 % en 2023. De acuerdo con este informe, la caída global de la economía se explica por la rápida propagación de la variante ómicron cuya profundidad y duración aún no se conoce. Otro factor importante vendría a ser, la marcada desaceleración de las principales economías del mundo (Estados Unidos y China), que pesará sobre la demanda externa en las economías en desarrollo. Otras causas no menos importantes serían: la inflación persistente, el caso del Grupo Evergrande de China, los cuellos de botella en las cadenas de suministro internacional, así como el elevado estrés financiera, principalmente en los países emergentes y en desarrollo.

 

América Latina y el Caribe (ALC), según el reporte del BM crecerá en promedio apenas un 2.6 % en 2022 y un 2.7 % en 2023, después de un fortísimo rebote de 6.7 % en 2021. Para el Banco, el crecimiento regional iría a peor a medida que se endurezcan la política fiscal y monetaria, y continúen el aumento del desempleo y la precarización del mercado laboral, sumado a ello un entorno externo muy poco favorable.

El nuevo escenario económico por países de ALC, de acuerdo a la entidad financiera, es el siguiente: El Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina en el 2021 tuvo una tasa de crecimiento de 10%, sin embargo, este año cae a sólo 2.6 % y el 2023 a 2.1 %. Mientras que Brasil después de un aceptable 4.9 % en el 2021, se reduce a 1.4 % este año y crece al 2.7 % el próximo periodo. México, por su parte, con 5.7 % en 2021, tendrá una caída en su PBI hasta el 3 % en 2022 y el 2.2 % en 2023. Chile, después de un elevado auge de 11.8 % en 2021, tendrá una fuerte caída de 2.2 % en 2022 y un pequeño aumento de 1.8% en 2023, y finalmente, Perú que tuvo una expansión de 13.2% en el 2021 cae bruscamente a sólo 3.2% en 2022 y 3% en 2023. En suma, según el BM, el fuerte repunte observado en estos países en 2021, desafortunadamente, habrían entrado a una pronunciada desaceleración este año y probablemente el próximo.

El informe del banco señala tres barreras que pueden impedir una recuperación duradera, principalmente, en las economías emergentes y en desarrollo: 1) el aumento de la deuda pública como consecuencia de la crisis del coronavirus, 2) los efectos de los ciclos de auge y caída de los precios de los productos básicos y que la mayoría de ellas dependen en gran medida de la exportación de sus materias primas, y 3) el impacto negativo del coronavirus en la desigualdad estructural (ingresos, acceso a la educación, atención de la salud, alimentación. etc).

La CEPAL reduce sus estimaciones

 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redujo sus expectativas de crecimiento promedio de la región para 2022, al pasar de un exiguo 2.9 % que pronosticó en su informe de agosto del año pasado, a un alza de apenas 2.1 %.

En su informe anual “Balance Preliminar de las Economías 2021”, que fue presentado el 12 de enero último, el organismo valoró que el año pasado América Latina y el Caribe (ALC) tuvo, en promedio, un buen crecimiento económico de 6.2%. Sin embargo, para este 2022 ajustó a la baja dicho crecimiento, debido a problemas estructurales como: la baja inversión y productividad, la informalidad laboral, el desempleo, la escasa protección social y de salud, y los altos niveles de desigualdad y pobreza, sumado a ello, la inflación creciente, y la elevada deuda pública en algunos países de la región, como Brasil con una deuda de 90.6% de su PBI, México 59.8%, Argentina 102%, Colombia 66.7% (véase el RI del BCR, diciembre 2021).

Las estimaciones de la CEPAL para la región son claramente pesimistas. Brasil, la economía más grande de la región, crecerá un exiguo 0.5% este año (2021: 4.7%), mientras tanto, México se expandirá apenas un 2.9% (2021: 5.8%), Argentina tendrá un 2.2% (2021: 9.8%), y Colombia un 3.7% (2021: 9.5%). Los dos países con mayor caída son: Chile que pasa de un crecimiento de 11.8% en el 2021 a 1.9% este año y Perú de 13.2% en 2021 a 3% en el 2022. La nota discordante a estas cifras viene de Venezuela que pasa de -3% en el 2021 a terreno positivo de 3% en 2022 y Haití de -1.3% en 2021 a 1.4% en este ejercicio. Por otra parte, el comportamiento de la economía de ALC, presenta una alta heterogeneidad entre países y subregiones: El Caribe crecerá este año en promedio 6.1% (excluyendo Guyana), América Central se expandirá 4.5%. En cambio, Sudamérica llevará la peor parte de esta crisis con un pésimo 1.4% en promedio.

De acuerdo con el Informe de la CEPAL, los desafíos que presenta 2022 para ALC, entre ellos, el menor crecimiento económico, el ajuste al alza de las tasas de interés, la devaluación de las monedas locales y el aumento del riesgo país, harán más complejo el manejo de la política fiscal y monetaria. Por ello, se requiere una mirada estratégica del gasto público que vincule demandas de corto plazo con inversiones de largo plazo y que ayude a reducir las enormes brechas sociales existentes. Por otro lado, para coadyuvar el financiamiento del gasto público, será necesario combatir la evasión tributaria, la cual como estima la CEPAL asciende a US$ 325,000 millones que equivale al 6.1% del PBI  de la región, perfeccionar el impuesto a la renta de personas naturales y jurídicas, crear impuestos a la economía digital, ambientales, entre otras, y actualizar las normas legales referidas a las regalías por la explotación de recursos no renovables, principalmente, en minería e hidrocarburos.

La inflación acecha la economía mundial

 

Mención aparte merece la inflación. Desde la crisis financiera del 2008, los bancos centrales (BC) en un intento de estimular la economía, han hecho circular una cantidad brutal de dinero fiat, usando como herramienta la llamada flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), y por lo visto se les ha ido de mano. El nivel de inflación objetivo era del 2% y vamos por el 7%, mucho más de lo esperado. Alegaban que la inflación era transitoria y recientemente han reconocido que se han equivocado ya que la subida de precios va durar más de lo previsto. La pregunta es: ¿se puede complicar aún más la economía? La respuesta es sí. Rotundamente sí. Ya que se puede producir lo que se llama una espiral inflacionaria destructiva que merme el poder adquisitivo de la gente.

En este escenario, es inminente la subida de las tasas de interés por parte de los grandes bancos centrales y sólo falta conocer cómo reaccionarán los mercados financieros a tales subidas. Una subida de tasas agresiva puede ocasionar fuertes caídas en las bolsas, incluso un crash bursátil y una bajada de dichas tasas tiene un efecto contrario. El antídoto a la inflación es la subida de las tasas, pero esto sólo funciona cuando se suministra a tiempo y en la dosis adecuada.

Actualmente, la brecha entre la inflación y las tasas de interés de referencia que tienen los bancos centrales se encuentran en máximo históricos. Con inflación de 7% y una tasa efectiva de 0%, la tasa real del mercado es de -7%. Jamás en la historia hubo tasas de interés reales tan negativas como ahora. Históricamente había una correlación entre las tasas de interés y la tasa de inflación. Esto nos da una idea de hasta qué punto los responsables de la política monetaria se la están jugando, pensando que la inflación va a revertir, porque si no hace, la tasa de interés real seguirá siendo más negativa y en algún momento los bancos centrales tendrán que cambiar drásticamente su política monetaria, con las consecuencias que ello implica para la economía mundial.

 

El WEF y sus augurios para Perú

 

En línea con los malos augurios del BM y la CEPAL para este año y el próximo 2023, el 17mo “Informe de Riesgo Global 2022”, del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), revela para el Perú un conjunto de riesgos al que debe enfrentarse durante este año. De ellos, el riesgo que lidera la lista es lo que denominan un “colapso del Estado”, lo cual puede deberse a un conflicto interno, ruptura del estado de derecho, erosión de las instituciones, un golpe militar o inestabilidad regional o global. Esto quiere decir, que las decisiones políticas y las relaciones entre poderes del Estado serán claves para el desarrollo del país y de la economía en este periodo.

El segundo principal riesgo citado por el WEF es que el Perú mantenga un estancamiento o recesión económica prolongada. Esto equivale a un crecimiento lento o casi nulo que puede durar años. En tercer lugar, está la crisis del empleo. En 2021, hubo un evidente aumento del desempleo y subempleo, a pesar de haber tenido un espectacular crecimiento del PBI (Véase Informes del INEI, 2021). La brecha digital, es el otro gran riesgo al que enfrenta el país, puesto en evidencia por la pandemia y finalmente, el riesgo climático causado por el hombre y la actividad económica ilegal. A todo ello habría que añadir otro riesgo estructural, la corrupción que equivale aproximadamente al 15% del presupuesto público ejecutado cada año.

 

A modo de conclusión

 

La variante Ómicron, sumado a ello, la inflación persistente, el aumento de la deuda soberna en algunos países, la creciente desigualdad de ingreso y rentas, y la ralentización de las dos economías más grandes (Estados Unidos y China) serían las causas más importantes que no permitirán que la actividad económica global mantenga el ritmo de crecimiento de 2021. Los países emergentes y en desarrollo serían los más golpeados por los efectos de este nuevo y sombrío escenario económico mundial.

Los efectos del cambio climático pueden aumentar la inestabilidad de los precios de los productos básicos y las tensiones sociales pueden agudizarse como consecuencia del aumento del desempleo y la desigualdad causado por la pandemia. El mismo BM advierte que sus proyecciones podrían ir a peor, si los gobiernos no toman las medidas urgentes de contención de la crisis y de reactivación económica.

La mayor preocupación que hay en los mercados es con la inflación y sobre todo cómo actúan los bancos centrales para evitar las presiones inflacionistas. Hay posturas distintas al respecto. La Reserva Federal Americana (FED) ha cambiado drásticamente su forma de ver las cosas en cuestión de dos meses y medio, mientras que el Banco Central Europeo (BCE), cree que la situación está controlada y la inflación sería transitoria. Hace tres meses la FED decía que no habría subidas de tasas en el 2022 y ahora hablan de cuatro subidas de dichas tasas, retirada rápida del tapering (retirada progresiva de los estímulos monetarios) e incluso la reducción de sus activos en su balance.

Las tasas de interés están estrechamente relacionadas  con nuestras decisiones económicas, los mercados financieros se mueven en una u otra dirección en función a esa variable y es la principal fuerza que determina su curso a corto y mediano plazo. En las principales economías del mundo estas tasas están en torno a 0% o negativas, por tanto, en un escenario de expectativas de inflación al alza, sólo queda dos caminos: siguen igual o suben dichas tasas. ¿Llego el fin del dinero barato?

Por último, para lograr un crecimiento favorable y sostenido, principalmente, en los países emergentes, se requiere, por un lado, una acción internacional concertada, por ejemplo, en el ámbito de los bloques económicos regionales (Mercosur, Celac, Mcca) y por otro, una nueva generación de políticas públicas audaces, que permita abordar con otra mirada, la política económica y los viejos mitos del déficit y la deuda pública. (publicado el 16/1/22).

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2022: Tendencias tecnológicas y la economía https://www.iiee.edu.pe/2022-tendencias-tecnologicas-y-la-economia/ https://www.iiee.edu.pe/2022-tendencias-tecnologicas-y-la-economia/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:41:31 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5763 Alejandro Narváez Liceras

El siglo XXI no empezó hace 20 años. En realidad, lo hizo en marzo de 2020 y lo hizo de muy mala manera. El nuevo siglo nos ha bofeteado, pretendiendo hacernos despertar, pero la realidad ha sido muy distinta a lo esperado. El mundo se ha vuelto más débil y dependiente de dogmas y modelos económicos que se inoculan de un modo más burdo y menos sofisticado (cada vez más evidente). Y, cada vez somos menos capaces como sociedad de revelarnos contrato todo ello.

Ahora sabemos que un estornudo de una fábrica china paraliza la logística internacional, que la energía renovable sale muy caro (al menos en Europa) y que cualquier excusa es buena para obligarnos a bajar la cabeza y complicarnos la vida. Ahora sabemos que parar el mundo es mucho más fácil que arrancarlo. Y que, arrancar nuevamente, ha supuesto el regreso de la inflación sin control. Una inflación que, si se analiza correctamente, cuando se interpreta bien el hipotético crecimiento y recuperación de la economía, no es más que un rebote de consumo inicial, y cuando todo se mete en el mismo saco descubrimos que hemos rozado la estanflación.

Pero también hemos descubierto que dependemos de la tecnología como nunca antes. Ese bofetón que nos dio el siglo XXI a inicios del año pasado, nos recordó que teníamos tecnología disponible para vivir de otro modo y no lo hacíamos. La pregunta es, si somos conscientes de ello. Hay tecnologías que van a modificar nuestra vida más pronto que tarde y en el 2022 se verán claramente identificadas.

Es muy difícil hacer predicciones en tiempos de alta volatilidad, en periodos donde la tecnología cambia exponencialmente, no obstante, vamos a tratar de arrojar algo de luz sobre 10 tendencias tecnológicas que van a afectar a la economía global en los próximos 12 meses.

1.   Empieza la gran reorganización. Según los datos de empleo en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos, va seguir algo que en 2020 sucedió de manera inédita. Lo llaman “la gran reorganización” y representa que millones de trabajadores dejaron sus trabajos y muchos otros contemplaron cambiarlo. Esta tendencia está tomando velocidad. La gran revolución estará en la nueva denominación de eso que llamamos el contrato social (conocido como wage labor). El trabajo siempre ha sido lo mismo y siempre lo será. Lo que cambia a lo largo del tiempo es el tipo de problemas a solucionar y la forma de hacerlo. Aún no tenemos claro cuáles son las características del nuevo contrato social, pero el próximo año las nuevas normas sociolaborales serán más visibles. Es evidente que por lo que viene y lo que vendrá necesitamos actualizar la versión caducada del contrato social. Hay numerosos cambios que afectan no sólo las formas de producción y la redistribución del capital, sino que la revolución digital plantea también muchos retos en el ámbito laboral.

2.   Las corporaciones tecnológicas pueden superar a los estados nacionales. Históricamente, los estados nacionales han sido los impulsores de los asuntos globales. Conducir la guerra, la paz, proporcionar bienes públicos, redactar y hacer cumplir leyes, controlar los flujos de información y personas, etc. Eso se va acabar. Los gigantes tecnológicos como Google, Amazon, Facebook, Apple, entre otros, ya actúan como organismos soberanos que rivalizan con los estados por la influencia sobre nuestras vidas. En un futuro cercano estas empresas gigantes pueden crecer más allá de la capacidad y voluntad de los propios gobiernos nacionales, muy a pesar de que los estados se empeñen en restringir el avance de ellas.

 

En conjunto se les conoce por los “GAFA”, por el acrónimo de sus iniciales. Tienen un valor de mercado en común superior al de muchas de las grandes economías occidentales, como Alemania o el Reino Unido. Google es el buscador que guía los intereses de más de la mitad del mundo con 4,000 millones de usuarios. Amazon el epicentro del comercio electrónico. Facebook, como algunos lo llaman “la primera nación del globo sin Estado”, tiene casi 2,500 millones de usuarios. Y Apple completa este “cuarteto invencible” al estar presente siempre que se habla de tecnología digital.

3.     El metaverso tomará el campo de batalla. Los expertos consideran que el metaverso es el futuro de internet y de la humanidad. Las perspectivas económicas son tan enormes que las grandes tecnológicas como Apple, Facebook, Sony, Alibaba, Tencent, etc. están invirtiendo miles de millones de dólares para posicionarse como portales de entrada a esa dimensión alternativa, y detrás de ellas entidades financieras vienen creando fondos centrados en el valor económico que se va crear en ese mundo virtual.

Pero, ¿qué es exactamente es ese metaverso, por el que las grandes empresas tecnológicas están decidiendo apostar hasta tal punto que Facebook le ha cambiado el nombre de su empresa por Meta? El metaverso es un mundo virtual, al que nos conectaremos utilizando una serie de dispositivos que nos harán pensar que realmente estamos dentro de él, interactuando con todos sus elementos. Pensemos en cómo es internet ahora. Está compuesto de múltiples comunidades virtuales, redes sociales a las cuales accedemos desde diferentes dispositivos. De hecho, interactuamos con más personas de forma virtual que de forma física. Pues el metaverso sería el internet evolucionado para estrechar el mundo físico y el virtual, mezclando ambos en un universo nuevo administrado por la empresa que consiga imponer su metaverso, en el caso de un metaverso corporativo (cerrado). También se proyecta que existirán los metaversos abiertos, en base a protocolos descentralizados de blockchain, creados con software de código abierto.

El metaverso implica un mundo infinito de comunidades virtuales interconectadas en el que la gente puede tener relaciones sociales, hacer negocios, trabajar, jugar, etc. con dispositivos de realidad virtual, aplicaciones en smartphones y otros dispositivos. La pregunta es: ¿quién gobernará ese cosmos digital, si es que alguien debe hacerlo, o será como el internet de acceso libre? ¿Se impondrán los metaversos cerrados como el que está desarrollando “¿Meta” (ex Facebook Inc.), o tendrán más adopción los metaversos abiertos con sus respectivos puentes de interconexión entre ellos?

4.     La mayor interconectividad de la historia. A medida que el trabajo remoto se ha vuelto común, la confiabilidad de internet resulta más vital que nunca. La interconectividad permite compartir recursos, superar la limitación de los nodos (punto de conexión) y acceder de forma instantánea a las bases de datos compartidas en la nube (cloud). Ver a las personas con la mirada clavada en sus pantallas, sean computadoras en el trabajo, móviles en restaurantes, o en sus TVs en casa, es la nueva normalidad.

 

Según el pronóstico del índice de Redes Visuales Móviles de Cisco, habrá 1,400 millones de personas más utilizando internet para el 2022 que se suman a los 3,400 millones de usuarios estimados en el 2017. Esto equivale a más del 60% de la población mundial, asumiendo una población global de 8 mil millones para fines de 2022. Como ejemplo, a pesar de que la red 5G aún está en su infancia y se va implementando progresivamente en ciertos paises, China ya ha estado trabajando en 6G desde hace dos años, precisamente, para atender ese mayor número de usuarios de internet en el mundo.

5.     Arranca la computación de alto rendimiento («HPC», por sus siglas en inglés). Dado el auge de las investigaciones y el análisis basado en Big Data y la computación en la nube, se espera que el uso las computadoras de alto rendimiento o “superordenadores” aumente en 2022. Hoy en día, las empresas usan la HPC para la simulación y creación de modelos en áreas de negocio claves, como el desarrollo de modelos de conducción autónoma, el diseño y fabricación de productos, el análisis de ondas sísmicas y sus efectos en las estructuras físicas y la evaluación de estrategias de producción de hidrocarburos.

Los sistemas de HPC también están avanzando en la medicina de precisión, la evaluación de riesgos financieros, la detección de fraudes y otras áreas. En los últimos años, las grandes empresas de tecnología como IBM, Microsoft, Intel, Alibaba, Google, han venido trabajando en este campo y han superado las expectativas de la propia industria con su tecnología y su crecimiento. Por tanto, se espera que la demanda de máquinas de mayor potencia acelere el desarrollo de este sector en 2022 y sea más accesible que antes.

6.     La revolución de los NFT (Token no fungible). Un NFT es una especie de certificado de propiedad de activos virtuales o físicos basados en blockchain que representa algo único, no intercambiables por otro, de forma que garantiza su autenticidad, así como quién es su propietario. En otras palabras, un NFT es un objeto digital, es decir un código de software, que representa la propiedad de algo. Dicha información online puede representar una propiedad digital o representar algo real o físico, como a modo de ejemplo bienes raíces u obras de arte. Un NFT también puede ser usado para demostrar la pertenencia a un grupo u organización, dando el derecho de voto o de participación, por ejemplo, quién puede alquilar una habitación en un espacio de vida cooperativa.

En el 2022 es probable que veamos NFTs por todas partes abarcando diversas industrias. Las NFT son parte de la economía digital y se están generalizando por que permiten a las personas poseer algo que represente una parte de algo más grande que ellos mismos. Prácticamente cualquier cosa puede venderse o comprarse como NFT, y cada vez más se han diversificado los inversores en este tipo de activos intangibles.

7.     La robótica tomará la iniciativa. Generalmente el objetivo principal que lleva a las empresas a implementar una tecnología de automatización de procesos es reducir la cantidad de tiempo y esfuerzo requerido por las personas para ejecutar operaciones repetitivas y que consumen mucho tiempo. Los robots pueden hacerse cargo de actividades rutinarias que de otro modo serían realizadas por personas, disminuyendo los errores, ahorrando dinero y liberando recursos para centrarse en las tareas más esenciales que requieren interacción humana.

Con la combinación de inteligencia artificial (IA) y tecnologías de machine learning (aprendizaje automático), la industria de la automatización está en auge. Cuando las empresas utilizan la automatización de procesos, pueden asignar mejor sus recursos y maximizar ganancias. El 2022 será el año en el que estas tecnologías despeguen definitivamente y sean de uso cotidiano en todas las empresas, rompiendo así las barreras que en ocasiones se les imponen. Si concebimos la automatización como un cambio estratégico, debemos acompañar al despliegue de la tecnología un proceso continuo de gestión del cambio. Las empresas que no sigan estos cambios, dejaran de ser competitivas y pueden morir más pronto que tarde.

8.     La tecnología blockchain imparable. Crecerá más que nunca hasta la fecha. Esta tecnología ha disfrutado de una adopción masiva y continua, además ha logrado alterar muchas industrias. De acuerdo al último informe del principal proveedor mundial de inteligencia de mercado, International Data Corporation (IDC), el gasto total en soluciones blockchain de las empresas, alcanzará este año 6,6 billones de dólares. Un aumento del 50% con respecto al año 2020, y se espera que en el 2022 se inviertan 12 billones de dólares. Con el auge de los NFTs y el metaverso, el blockchain se volverá más importante que nunca, principalmente, en el sector financiero.

9.     La privacidad en juego. A medida que avanza la tecnología, poco a poco nuestra propia libertad de acción estará supeditada a múltiples datos monitoreados de manera constante. En el libro “El espejo rojo” de Simone Pieranni (2021), se explica como la vida controlada que tienen los chinos, podría ser el espejo en el que se refleje el futuro de la vida en otros países. Es de amplio conocimiento que Facebook, el gigante de las redes sociales, ha vulnerado la privacidad de sus usuarios una y otra vez, anteponiendo sus intereses comerciales. El uso intensivo de la tecnología en manos del Estado o de grandes corporaciones tecnológicas privadas, puede tener consecuencias fatales para nuestra privacidad.

 

10. El progreso pasa (sí o sí) por las tecnologías. Es indiscutible que la tecnología es un vector clave en el progreso económico de la sociedad. A medida que el mundo emerge de la crisis que estamos viviendo, se presenta una excelente oportunidad para que empresas emergentes, corporaciones, inversores, entre otros, aprovechen estas tecnologías para mejorar el mundo, para perfeccionar las experiencias comerciales, para que las diferencias y las desigualdades se vayan reduciendo, para mejorar la vida de las personas y avanzar hacia un mundo más limpio y sostenible. Esperemos ser capaces de crear un mundo tecnológicamente más humano. Los países que lean correctamente estas tendencias subirán de división, los que no, perderán el tren del futuro.

 

Para concluir, temo una sociedad anestesiada que no entienda que ésta es la última oportunidad para varias generaciones. Y como siempre la decisión tendrá que ver contigo, con las cosas que decidas hacer. Mi recomendación es que no te tomes cada día ese tazón de cloroformo que te adormece. Desayuna conocimiento, aprende, lee, fórmate. Desarrolla tu pensamiento crítico. La tecnología puede ayudarnos a ser mejores. No depende de quienes la fabriquen o inventen, sólo dependerá de lo que cada uno haga con esa tecnología. Hay mucho de bueno en cada invento, en cada innovación, pero eso no es ni gratis ni fácil de adoptar. Y, no podremos aprovechar las bondades de esta revolución tecnológica si no tenemos las competencias para ello (publicado el 28/12/21).

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El fantasma de la inflación amenaza el mundo https://www.iiee.edu.pe/el-fantasma-de-la-inflacion-amenaza-el-mundo/ https://www.iiee.edu.pe/el-fantasma-de-la-inflacion-amenaza-el-mundo/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:39:54 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5760 Alejandro Narváez Liceras[1]

El fuerte aumento de los precios desde la primavera pasada en las distintas economías del mundo, comienza a preocupar cada vez más a gobiernos, instituciones y organismos internacionales. Pese a que los responsables de política monetaria continúan, de momento, calificando dicho aumento como coyuntural, hay más voces y también más datos objetivos para cuestionar los fundamentos de ese diagnóstico.

En Estados Unidos la inflación subió en octubre pasado hasta el 6.2% en tasa interanual, su peor dato de los últimos 30 años. Entre tanto, el llamado índice de precios subyacente, o inflación dura, que excluye las categorías a menudo más volátiles de alimentos y energía, subió un 4.6% con respecto al año anterior. Dicho dato publicado el 10 de noviembre último es también el mayor aumento desde 1991, según la Oficina de Estadísticas Laborales. En Alemania, los precios han subido un 4.5%, en este caso el nivel más alto desde agosto de 1993. En España, la tasa de inflación alcanzó un 5.5%, un valor desconocido desde hace tres décadas. El fenómeno es parecido a otras economías de la Unión Europea. En el otro extremo del planeta, China vive la mayor subida de la historia en sus precios industriales, que se han disparado hasta el 13.5% interanual. Mientras que en América Latina, la situación no es mejor, con Argentina a la cabeza, cuya inflación anualizada a octubre marca un 52.5%, Perú 6.13%, Chile 6% y Colombia 4.8%. En suma, la inflación así de alta es un virus que acecha el mundo. Todos están infectados en mayor o menor grado.

Entre tanto, la Reserva Federal (FED, banco central de Estados Unidos) afronta el reto del tapering, es decir, la retirada progresiva de los estímulos monetarios que han apuntalado hasta ahora la economía Norteamérica, y más concretamente, se trata del inicio de la reducción de su programa de compra de activos por 120,000 millones de dólares, a un ritmo mensual de 15,000 millones a partir de este mes.   Por su parte, la economía más grande de Europa, Alemania, reclama al Banco Central Europeo (BCE): prevención, lo que se traduce en diseñar una estrategia de normalización de la política monetaria ultraexpansiva de los últimos años, que envíe señales a las economías y los mercados sobre el camino a seguir en caso de que la inflación haya vuelto para quedarse. En América Latina, algunos bancos centrales han comenzado a subir sus tasas de interés referenciales, entre ellos, México, Brasil, Chile, Colombia y Perú.

La combinación del encarecimiento de la energía, la crisis de las materias primas, el atasco mundial de los suministros y la fuerte recuperación de una demanda embalsada desde los inicios de 2020, permiten explicar en parte la actual curva de la inflación. No existen garantías de que esa suerte de tormenta perfecta vaya a desaparecer en poco tiempo. Por el contrario, es posible que el virus de la inflación termine contagiando a todas las economías del mundo, aun con más virulencia. De persistir el aumento de precios en los niveles de octubre, los hogares más pobres, principalmente, se enfrentarán a un mayor recorte del poder de compra de sus exiguos ingresos que restarían vigor a la demanda en el próximo año. Y para completar ese posible escenario, los bancos centrales endurecerán sus políticas monetarias, encareciendo el costo al que se financian los distintos agentes económicos (Estado, empresas, familias) con las consecuencias que ello implica.

¿Inflación temporal o transitoria?

Uno de los grandes debates económicos del momento a escala planetaria, se resume en la pregunta ¿hasta cuándo durará la alta inflación? La respuesta enfrenta dos formas de pensar: la primera, encabezada por el BCE y la FED, aseguran que se trata de un fenómeno transitorio que responde básicamente a que los niveles de precios se miran en el espejo del año 2020, cuando el consumo se desplomó por las restricciones causadas por la pandemia.

Efectivamente, podría ser transitoria porque la oferta y demanda se irán ajustando. En el lado de la demanda ya no habrá la ayuda de los gobiernos sobre todo en las principales economías, y por el lado de la oferta, se irá también normalizando cuando la pandemia no sea una amenaza y no suponga más restricciones. Sin embargo, los últimos rebrotes del virus con variantes más letales en Austria, Portugal, Alemania, China, entre otros, parece indicar que estaríamos lejos de que el coronavirus nos abandone pronto. En cualquier caso, los precios podrían moderarse recién en el segundo semestre de 2022 y ello dependerá de cómo enfrentan los gobiernos a la pandemia en los próximos meses.

Por su parte, los más ortodoxos, los llamados halcones, advierten de los peligros de una espiral inflacionista si las alzas de precios se trasladan a los salarios y a otros productos, generando un círculo vicioso que se retroalimente. Entre los más ortodoxos hay también instituciones como el Banco de Canadá, que está acelerando su retirada de estímulos monetarios tras advertir recientemente que la inflación podría no desvanecerse tan rápido, como se esperaba.

Los efectos colaterales de la inflación

La inflación, supone un lastre para la recuperación en marcha de la economía mundial y sus efectos colaterales son diversos de mantenerse en el tiempo.

 Salarios.  El poder de compra de un sueldo de 930 soles mensuales (el actual sueldo mínimo en Perú) no es igual ahora que hace 12 meses. Con el precio de la gasolina y del gas por las nubes debido al alza del petróleo y el precio de los alimentos desbocado, el margen de gasto y ahorro (si lo hubiera) es menor para los que lo perciben. Pero la inflación también está minando la capacidad de compra de familias con ingresos más elevados.

Uno de los efectos más devastadores del coronavirus fue precisamente el desempleo. Según el último estudio económico de la CEPAL de octubre 2021, la tasa de desempleo en el 2020 alcanzo el 10.5% en América Latina y el Caribe (ALC). Al respecto, el economista Arthur Okun, es uno de los que más y mejor ha estudiado la relación entre el PBI y el desempleo, y creó el índice de miseria, que es la suma de la tasa de desempleo y la de inflación.

Consumo. Si las familias destinan cada vez más dinero a la factura de la gasolina, el gas, o hacer la compra de alimentos en el supermercado, las cuentas de ahorro adelgazan, y el poder adquisitivo disminuye, lo cual puede reducir el consumo. El consumo en el Perú en lo que va de este año está muy bien por la mejora de la confianza y el ahorro embalsado en el 2020. Sin embargo, tan pronto se acaben los ahorros y los ingresos suban a menor velocidad que los precios o sigan estancados, como en el sector público, ese desequilibrio puede ser nocivo para el consumo.

Competitividad. Una fábrica que consume insumos importados y paga más por la energía que consume es menos rentable, a no ser que traslade a sus productos tales aumentos, y entonces serían otras empresas o los consumidores los que asumirían el costo. Pero en plena globalización, subir el precio ni siquiera es garantía de que se mantendrán los márgenes de rentabilidad esperados. La competitividad es feroz y los clientes pueden optar por otras opciones más baratas procedentes de países donde los costos de producción son menores o los impuestos más bajos.

Política monetaria. Los bancos centrales de todo el mundo están retocando sus objetivos de política monetaria y ahora toleran tasas de inflación superiores al 2%. Todos insisten en que la subida de precios es un fenómeno transitorio, alentado por un cúmulo de factores que van más allá de los precios de la energía, como los problemas en las cadenas de suministros, los ingentes paquetes de estímulo público inyectados a la economía y la enorme demanda propiciada por el ahorro y las ayudas públicas. Sin embargo, los sectores más ortodoxos de los bancos centrales toman posiciones y elevan la presión para mover ficha de tasas de interés y reducir los estímulos monetarios.

Deuda pública. Es de reconocer, no todos los efectos de la inflación son negativos. La inflación favorece más a los deudores que a los acreedores. Y hace que la deuda pública y privada se digiera mejor. Perú es uno de los países menos endeudados de América Latina, con una deuda pública actual de 34.9% del PBI. Cuando aumenta la inflación, también se eleva la recaudación del Estado y ayuda al PBI a crecer, con lo que baja el porcentaje de deuda en relación al tamaño de la economía.

Finalmente, si la situación ideal, aunque difícil de lograr, es el crecimiento de la economía, con un aumento moderado de los precios, lo peor que puede pasar es una caída de la producción con un rápido aumento de los precios. Y lo peor, tiene nombre: estanflaciónestancamiento de la economía con alta inflación. Como advierten muchos analistas, puede darse este fenómeno cuando las mismas causas que produce la inflación son las que frenan la producción. Para el caso conviene recordar y sacar lecciones de la crisis del petróleo de 1973 y 1974 (publicado el 26/11/21).

[1] Es Profesor Principal de Economía Financiera de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Del Patrón dólar al Patrón Bitcoin https://www.iiee.edu.pe/del-patron-dolar-al-patron-bitcoin/ https://www.iiee.edu.pe/del-patron-dolar-al-patron-bitcoin/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:38:17 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5757 Alejandro Narváez Liceras[1]

Hace más de tres años, exactamente en noviembre de 2017, escribí un artículo cuyo título era: “Bitcoin: ¿es el dinero del futuro?”[2]. En este momento, si los augurios se confirman, la respuesta sería afirmativa. Estaríamos ante el principio del cambio del sistema monetario internacional y enfrentando a algo inédito, ni más ni menos que a la separación entre el Estado y el dinero. Quizás sea pronto para verlo, pero llegará ese momento. El dinero está impregnado en la sociedad y en la economía global, no obstante, la forma como se crea sigue siendo un misterio para la mayoría de la gente.

La década de 1920 se caracterizó por un fuerte incremento de la masa monetaria generada por la Reserva Federal Americana (FED), lo que dio lugar a la creciente devaluación del dólar, pero la consecuencia más importante es que provocó la burbuja más grande en el mercado inmobiliario y bursátil de los Estados Unidos, causando finalmente la gran depresión de 1929.

En 1932, el presidente F. Roosevelt, para salir de la depresión puso en marcha el New Deal (“Nuevo Acuerdo”) que duro entre 1933 y 1939. Por otro lado, el presidente necesitaba oro para activar la casa de la moneda, para ello dio una orden muy controvertida que obligaba a todos los ciudadanos norteamericanos a vender su oro a la FED a precio fijo o irían a la cárcel.  La oferta se extendió por todo el mundo y el oro no paraba de llegar a las arcas de la Reserva Federal. Este periodo se caracterizó por una elevada devaluación del dólar y altas tasas de inflación que fue la antesala de la segunda guerra mundial.

Los acuerdos de Bretton Woods

La guerra devastó casi todas las grandes economías del mundo, excepto la de los Estados Unidos. La gigante industria militar norteamericana emergió como la superpotencia financiera mundial. El dólar se había vuelto la moneda más estable y confiable en el mundo. Muchos países fijaron su moneda en función al dólar. Durante la guerra prácticamente todos los aliados exportaron a los Estados Unidos el oro que tenían en sus reservas, ya que era el único país fuera del terreno de conflicto. Tenían miedo que los alemanes los invadieran y capturaran su preciado metal.

La conferencia de Bretton Woods (New Hampshire, USA) de 1944, promovido principalmente, por los Estados Unidos, estableció las políticas económicas mundiales que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970. Allí fue donde se fijaron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más ricos del mundo. Uno de los acuerdos más importantes, fue la creación del FMI, entidad encargada de mantener la estabilidad monetaria y facilitar los flujos financieros internacionales en coordinación con los bancos centrales de otros países, contralado principalmente, por los Estados Unidos.

Norteamérica, sería el centro del sistema monetario mundial, los bancos centrales de otras naciones utilizarían el dólar como moneda de reserva global, y sus respectivas divisas serian convertibles a dólares a un tipo de cambio fijo, mientras que el dólar lo sería con el oro a un tipo de cambio fijo.  Así fue como el mundo se dolarizó.

50 años del portazo de Nixon a Bretton Woods

Los acuerdos de Bretton Woods funcionaron como estaba previsto más o menos hasta la década de 1960. En ese entonces, debido al gasto ocasionado por la prolongada guerra de Vietnam y al temor de una posible impresión desmesurada de dólares, los países aliados empezaron a perder confianza en los Estados Unidos y empezaron a pedir la devolución del oro que había sido trasferido a la FED durante la guerra. Además, ya las cifras reflejaban que había más dólares circulando que oro disponible. El sistema diseñado en Bretton Woods, había entrado en crisis.

La respuesta del presidente R. Nixon, fue dar el portazo al patrón oro y a Bretton Woods en 1971. De manera unilateral suspendió la convertibilidad del dólar en oro para el público y lo devaluó en 10%. Dos años más tarde, nuevamente devalúa el dólar en 10%, y termina finalmente, con la convertibilidad del billete verde en oro, tanto para gobiernos, como bancos centrales extranjeros. A partir de entonces, el sistema monetario internacional pasó a regirse por un sistema de tipos de cambio de libre flotación, aún vigente.

La histórica decisión del presidente Nixón, dio paso al dinero fiat (del latín hágase o que así sea), basado en la confianza de los agentes económicos en la divisa (sea el dólar, euro, yen, yuan, rublo, sol, etc.) y avalado por el Estado, en vez de estar respaldo por su convertibilidad a oro. Es decir, los bancos centrales  pueden crear dinero que deseen sólo basado en la confianza y de acuerdo a las necesidades del Estado. Se estima que el 40% de dólares en circulación en el mundo han sido creados durante crisis del coronavirus, lo que ha provocado un mayor divorcio entre la económica financiera y la economía real.

El patrón Bitcoin

Una de las ideas más disruptivas a las que hemos asistido en los últimos años, ha sido la creación del Bitcoin (BTC), cuya capacidad para cambiar el mundo es tan radical que cuando descubrimos no podemos sino, pararnos a pensar y nos parece algo increíble.

Sin entrar en cuestiones técnicas  y adoptando una perspectiva puramente económica, hay que decir, que BTC es dinero digital generado por un software instalado en una red descentralizado de computadoras creado por Satoshi Nakamoto en 2008 (pseudónimo usado por la persona o personas que inventaron el protocolo Bitcoin).   Nakamoto también inventó la tecnología blockchain (cadena de bloques) que sirve de soporte para gestionar las operaciones en bitcoins completamente segura y anónimas, descentralizada y fuera del control de los gobiernos. Representa la primera solución realmente digital al problema del dinero.

La creencia de que los recursos son escasos y limitados es una interpretación errónea de la naturaleza de la escasez, sostiene, Saifedean Ammous (2018), concepto clave en el que se basa la economía. La cantidad absoluta de todas las materias primas presentes en la tierra es demasiado elevada como para que los seres humanos lleguemos siquiera a calcularla o comprenderla, y en ningún caso constituye un límite real para lo que podemos generar con ella. El único recurso limitado, y de hecho lo único a lo que resulta válido aplicar el término “recurso”, es el tiempo humano (hasta la creación del bitcoin). Cada persona tiene un tiempo limitado o finito en la tierra, y ésta constituye la única escasez a la que nos enfrentamos como individuos. Todo lo demás es infinito.

Por primera vez, la humanidad recurre a un producto cuya oferta es estrictamente limitada. Independientemente del número de usuarios de la red, del valor que llegue a alcanzar y de los avanzados que sean los equipos empleados para su producción, sólo pueden existir 21 millones de bitcoins. No hay posibilidad técnica  de incrementar la oferta para hacer frente al aumento de la demanda.  De haber más gente interesada en BTC, la única manera de responder a la demanda consiste en la revalorización de la oferta existente.

Dado que un BTC es igual a 100 millones de satoshis (unidad mínima de medida que se puede utilizar en el sistema Bitcoin), hay margen de sobra para el crecimiento de BTC mediante el uso de unidades cada vez más pequeñas a medida que aumenta su valor y por consiguiente el número de usuarios. Esto crea un nuevo tipo de activo muy apropiado para que desempeñe la función de reserva de valor (mantener capacidad de compra largo del tiempo).

El Bitcoin difiere del dinero fiduciaria (el que se basa en la fe o confianza de los agentes económicos) en varios aspectos clave: es descentralizada, es decir, no depende de ninguna autoridad o banco central, es escaso, pues su oferta se limita a 21 millones de bitcoins y no pueden crearse más, es inembargable, por lo que ninguna autoridad puede quitártela sin tu permiso, es anónima, por lo que puedes hacer transacciones con el sin que nadie te audite, y su comportamiento depende, idealmente, de lo que la mayoría desee. Es decir, permite tener una visión del dinero completamente democratizada que se contrapone al monopolio monetario actual por parte de los Gobiernos. El poder económico en mano de las personas: no hay idea más poderosa que esa. Será algo así, como democratizar la política monetaria.

Las bolsas se rinden al Bitcoin

En diciembre de 2017, el mercado de futuros de Chicago (Chicago Board of Trade) estrenó contratos de Bitcoin. Es el reconocimiento oficial por parte del mayor operador con derivados del mundo de que la moneda virtual ha llegado para quedarse. En abril de este año, el gigante de la banca de inversión Goldman Sachs abrió la alternativa de inversión en futuros de Bitcoin a los ejecutivos de Wall Street. Operadores de Nasdaq también están cada vez más animados en ofrecer opciones de compra de BTC. El hecho de que el Bitcoin haya logrado la aprobación de los reguladores estadounidenses para cotizar en estos mercados, equivale dar luz verde a su función como un activo financiero más.

El Salvador, el país pionero

El Salvador, un pequeño país centroamericano, de poco más de 6,4 millones de habitantes, se ha convertido en el pionero del mundo en adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal a partir del 7 de setiembre de 2021, como estipula la ley aprobada por su parlamento. Tanto el dólar como el Bitcoin son actualmente divisas oficiales y el tipo de cambio entre ambas monedas lo fija libremente el mercado. Finalmente, a la experiencia de El Salvador, se suma la reciente ley aprobada en Ucrania «Sobre activos Digitales» que facilita el establecimiento legal de los exchanges. “Caminante, no hay camino, se hace camino, al andar”, decía Machado (15/9/21).

[1] Es Profesor Principal de Economía Financiera de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

[2] Véase en www.alejandronarvaez.com

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El Perú necesita cambios de gran calado https://www.iiee.edu.pe/el-peru-necesita-cambios-de-gran-calado/ https://www.iiee.edu.pe/el-peru-necesita-cambios-de-gran-calado/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:09:51 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5753 Alejandro Narváez Liceras[1]

La economía peruana ha sufrido un shock sin precedentes, producto de la pandemia, como jamás habíamos visto. Ha supuesto una disrupción de gran calado. Los esfuerzos realizados para apoyar a familias, trabajadores y empresas han tenido resultados mediocres, habiendo implementado según el MEF, el mayor Plan Económico frente al COVID en América Latina con medidas equivalentes a 142,272 millones de soles (19.82% del PBI) a diciembre de 2020. Cifras al canto: Según el INEI, sólo en Lima Metropolitana a julio de 2021, la población desocupada y la no activa (no trabaja ni busca trabajo) alcanzó el 41.8% de la PEA (2019: 33.12%). La pobreza monetaria a nivel nacional llegó a 30.1% (2019: 20.2%) a diciembre de 2020. Durante el 2020 se crearon 235,447 empresas y han desaparecido 45,467 (19.32% de ese total), la morosidad global del sistema financiero según la SBS, subió a 7.25% en abril 2021 (diciembre 2020: 5.38%), etc. La pregunta es: ¿tanto dinero gastado, para qué?

Si bien, la economía peruana ha experimentado un rebote relativamente robusto en lo que va del año, su duración y sostenibilidad todavía son inciertas, pueden ser coyunturales. Los efectos de la pandemia serán persistentes y no se volverá a los niveles previos a la misma hasta 2023, en el mejor de los escenarios. No olvidemos, aun cuando se dé una importante recuperación, los retos a los que se enfrenta el país son de “una elevada trascendencia”, que ya existían antes de la llegada del virus y la pandemia los ha agravado.

A medida que desaparecen las restricciones y avance la vacunación, la recuperación económica cobraría mayor dinamismo. Las predicciones de algunos analistas como el banco de inversión Credit Suisse, (18 de agosto 2021) apuntan a tasas de crecimiento del 11% para 2021 y el MEF en su Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2022 – 2025, publicado el 25 de agosto último, estima un 10.4% para este año y un 4.8% para el 2022. Las cifras proyectadas en el MMM sirvieron de base para presentar al congreso el proyecto de presupuesto del 2022. En dicho documento se estima un crecimiento del PBI promedio de  4.3% para el periodo 2022 – 2025. Con este nivel de expansión es improbable, reducir la pobreza en ese lapso al menos a los niveles de 2019 y recuperar el empleo perdido producto de la crisis.  El crecimiento del PBI promedio entre 2010 – 2019 fue de 4.5% y la pobreza en ese mismo periodo, es decir, en 10 años apenas se redujo en 10.6%, a un ritmo anual de 0.99% (en un próximo articulo hablaremos sobre el presupuesto del 2022).

Respuesta desde las políticas públicas a la crisis

Lo dijimos más de una vez. El coronavirus ha puesto en evidencia que nuestro país nunca estuvo preparado para nada. Ha puesto al desnudo nuestras miserias más profundas. La bonanza económica del periodo 2001 y 2017 sirvió de muy poco, excepto para hacer millonarios a una pequeña élite codiciosa y angurrienta. La educación pública de calidad, la salud para todos, el desarrollo de la ciencia y la tecnología para tener industria propia, etc. les importó muy poco a los distintos gobiernos que se han sucedido a lo largo de los años.

Los desafíos de la economía peruana son de carácter estructural y exigen respuestas estructurales, basadas en un consenso amplio y con vocación de permanencia en el tiempo. La sostenibilidad de la recuperación a medio y largo plazo dependerá de cómo se atacan los problemas como la elevada informalidad de la economía, el desempleo y el empleo informal, la desigualdad creciente, la baja productividad, la corrupción, la masiva quiebra de familias y empresas declaradas insolventes, etc.

Para hacer frente a estos problemas, hacen falta reformas integrales y consensuadas y de gran calado. Hay que cambiar el sistema educativo de arriba a abajo. Otro aspecto importante es el mercado laboral que debe ajustarse a las nuevas realidades que surgen de la pandemia y la digitalización, y para ello es necesario modernizar el marco laboral existente, que favorezca la eficiencia y la productividad de la economía y la justa compensación de los trabajadores.

Por otra parte, nuestro sistema político es incapaz de encauzar con una lógica democrática, soluciones a los problemas estructurales del país. Los complejos problema sociales y económicos no se pueden abordar con demasiada simplicidad y menos con una confrontación visceral, como se ha visto en el reciente debate que se dio en el congreso con ocasión del voto de confianza solicitado por el ejecutivo. Creo que la política peruana necesita un reseteo radical y ahora. Una crisis inédita como la que vivimos demanda una respuesta extraordinaria, conjunta y con sentido de país.

Construir “infraestructura humana”

Necesitamos “desesperadamente” invertir en el futuro del país, en activos tangibles como carreteras o puentes, hospitales, centros de investigación, etc. y sobre todo en la gente, especialmente en sus niños y adolescentes. Hay muchas evidencias de que invertir en las familias con niños y adolescentes enriquecerá al país y lo hará más productivo a largo plazo. Pero para ser justo, esos retornos o beneficios tardarán algún tiempo en materializarse.

Históricamente la inversión en educación, salud, en I+D+i, han sido ínfimos. El coronavirus debe ser un buen pretexto para dotar de mayores recursos a esos sectores claves para el futuro del país. Nuevamente, estas decisiones requieren romper el viejo tabú del mal entendido equilibrio financiero del presupuesto público. Estas inversiones proporcionan el mayor retorno por soles invertido, aumentan el crecimiento potencial al elevar el nivel educativo de la fuerza laboral, reducen la desigualdad, etc.

No hay razones económicas de peso para no realizar esas inversiones. La deuda no es un problema, teniendo en cuenta las tasas de interés reales cercanas a cero vigentes. Gregory Mankiw, profesor de Harvard, decía al referirse a la crisis actual “hoy no es el momento para preocuparse de la deuda pública”. A la deuda pública hay que tenerle respeto, pero no miedo. Se trata de afrontar la crisis con la convicción de que resulta más útil actuar con los instrumentos económicos disponibles, incluso a riesgo de equivocarse. No se puede hacer tortillas sin romper huevos. Los técnicos del MEF tienen que cambiar de reflejos. A los problemas estructurales que tiene el país, agudizados por la pandemia no se les puede responder con las medidas de antes, con las viejas recetas. El mundo ha cambiado brutalmente. Más de los mismo no servirá. El FMI lo sabe.

Construir infraestructura física

Hace falta voluntad política para poner en marcha una política fiscal agresivamente disruptiva, basada en presupuestos expansivos multianuales, que priorice inversiones de gran magnitud en infraestructura física y equipamiento en educación, ciencia e investigación, salud, transportes y alfabetización digital, etc. Todo ello sería parte de la construcción de un país pos – coronavirus que sólo el Estado puede hacer. Estas inversiones tendrían un doble efecto: mantener la economía en el terreno positivo y hacerlo sostenible, y preparar el país para futuros eventos no deseados. Los inversionistas privados no invierten en carreteras, hospitales o colegios públicos, menos aún en tiempos de crisis. Y lo sabemos todos.

El otro frente de batalla que el gobierno debe librar, con firmeza y predicando el buen ejemplo, es la corrupción estructural. Este flagelo ha pervertido la política, la justicia, la realidad económica, las prácticas sociales, las acciones del gobierno, el mundo del trabajo, los fines y modos de vida cotidiana de la gente, y a su vez ha engendrado una clase rica hecha en la penumbra y al margen de la ley, empeñada en controlar la política y los principales espacios de poder, de paso poniendo en peligro la supervivencia de nuestra débil democracia. Diversas investigaciones revelan que, un país corrupto podría tener niveles de inversión hasta 5% del PBI menos que países sin corrupción, lo que se traduce, a su vez, en pérdidas de crecimiento de la economía a largo plazo de 0.5% por año. La Contraloría General de la Republica acaba de revelar (13 de agosto de 2021) en el 2020 se perdieron 22,059 millones de soles por efecto de la corrupción (12.6% del presupuesto de ese año).

Consecuencias duraderas

La pandemia puede tener consecuencias duraderas y dolorosas. Y la lista es larga: un aumento del desempleo de larga duración y la desigualdad en los colectivos y familias ya de por sí muy vulnerables como los jóvenes poco formados de ingresos bajos, una aceleración de los procesos de automatización que puede afectar a mujeres y personas con escasa calificación, y una reducción del capital invertido del sector privado, lo que recortaría la capacidad de crecimiento, cambios en la demanda, sobre todo en las grandes ciudades por el teletrabajo. Una mayor competencia y aceptación de las ventas online dejaría a la economía peruana en una situación más vulnerable. Finalmente, si no se atacan frontalmente estos problemas, la desigualdad que se venía arrastrando antes de la pandemia se disparará aún más poniendo en entre dicho nuestra débil democracia (L:30/8/21)

[1] Es Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Resetear la Economía Peruana https://www.iiee.edu.pe/resetear-la-economia-peruana/ https://www.iiee.edu.pe/resetear-la-economia-peruana/#respond Thu, 10 Feb 2022 20:06:50 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5749 Alejandro Narváez Liceras

Todos estamos de acuerdo (y lo dije más de una vez), que el mundo no será igual después del COVID-19. La crisis provocada por la pandemia está acelerando las desigualdades económicas y sociales, la posición de dominio de las grandes empresas tecnológicas y el trabajo remoto. Unas tendencias que van a dar paso a una nueva era en términos de política económica, fiscal, monetaria y de competencia, así como a una mayor presencia del sector público en la economía.

En el Perú, algunos datos sustentan esa advertencia. Según el INEI, como consecuencia de la pandemia la pobreza monetaria en el 2020 se disparó al 30.1% de la población, que equivale a10 millones de peruanos que viven con menos de 360 soles (97.8 dólares) al mes. Mientras que el fragmento de la población que sobrevive con menos de 1.9 dólares al día (la medida más lacerante de carestía, según los parámetros del Banco Mundial) pasó de 2.9% de 2019 a 5.1% en el 2020, lo que equivale a 1 millón 600 mil de pobres extremos. De acuerdo a la misma fuente 8 millones 700 mil peruanos en edad de trabajar (de 14 a más años) no tienen ni buscan trabajo, es la población económicamente inactiva. A estos datos podemos sumar el informe de la FAO de 2019 (antes del COVID-19) el cual reveló que había 3 millones 100 mil (9,7% de la población total) peruanos que sufrían hambre. En resumen, el Perú ha sido uno de los países más duramente golpeados por la crisis, hasta convertirse en el de mayor número de muertos por habitante del mundo (La Vanguardia, junio 2021).

La desigualdad desbocada

Las desigualdades están aumentando y son multidimensionales, no sólo por renta y riqueza, también por zonas geográficas y por generaciones. El Perú es un país con una renta per cápita de 6,126 dólares corrientes al 2020 (Chile 13,231 dólares). Dicho así no se ve tan mal. Es una cuestión de promedios. El problema surge cuando analizamos los ingresos y los gastos de personas y hogares por niveles socioeconómicos (NSE) (véase APEIM, 2020 e IPSOS, 2020).

De acuerdo a las últimas cifras publicados por el INEI en el 2018, la desigualdad en la distribución de los ingresos medido a través del coeficiente de Gini para el año 2017 alcanzó 0.43 a nivel nacional (0 significa que existe perfecta igualdad y 1 significa que existe perfecta desigualdad). Sin embargo, los estudios de G. Alarco y otros, publicados por Oxfam Internacional en 2019, revelan que dicho índice estaba entre 0.60 y 0.70, es decir, casi el doble que las cifras oficiales. Esta es la desigualdad que nos envuelve. La gran causa de esta desigualdad es la heterogeneidad estructural y la riqueza está concentrada en unas pocas manos, en pocas empresas que generan PBI, pero no igualdad.

En la actualidad existe más desigualdad de renta y de riqueza que prácticamente en cualquier otra época de la historia peruana, y se acentúa cada vez más. De acuerdo a los estudios de la consultora internacional Knight Frank, en 2019, habían más de 17,000 peruanos millonarios (5% de la población total), de ellos aproximadamente 880 tenían fortunas superiores a 10 millones de dólares, otros 300 con patrimonios superiores a 30 millones, alrededor de 37 peruanos con más de 100 millones. Así mismo, el extremo más acaudalado está conformado por 5 peruanos con una riqueza de más de 1,100 millones de acuerdo al último ranking de la Revista Forbes 2021, cuyas inversiones están repartidas principalmente en los sectores financiero, minero, pesca y alimentación. El sociólogo Robert Merton lo llama a este fenómeno “el efecto Mateo”: “Al que más tiene, más se le dará, y al que menos tiene se le quitará para dárselo al que más tiene”. Así crece y se ensancha la desigualdad en el Perú y el mundo.

Estas concentraciones tan extremas de riqueza y renta dan lugar a problemas sociales como económicos, producen desafección respecto a la democracia (el sistema político) y el capitalismo (el sistema económico). Para empezar, cuesta tener una economía estable y fuerte cuando la mayor parte de la riqueza creada por el país va a los bolsillos de una exigua franja de personas muy ricas. El capitalismo se alimenta de las ventas, lo sabemos todos. Por tanto, hace falta una mejor distribución de los ingresos para que los negocios y las empresas tengan suficientes clientes para tener rentabilidad y generar empleo para que la economía funcione bien.

Sin embargo, del mismo modo que los recortes de impuestos pueden usarse para exacerbar las desigualdades (véase el caso de Estados Unidos con D. Trump), el Gobierno puede ejercer su autoridad fiscal para cambiar esas peligrosas tendencias, esa desigualdad desbocada. Reforzar la lucha contra el fraude fiscal, la contabilidad creativa o el “maquillaje contable”, llenar vacíos legales vigentes, aumentar la tasa de impuestos directos, crear nuevos impuestos a la riqueza, son recursos importantes con los que el Gobierno puede conseguir una mejor distribución de la renta y la riqueza en la economía. Sin cambios tributarios que penalicen las herencias, la riqueza y las rentas altas no se podrá reducir la brecha de la desigualdad creciente. Los profesores de Berkeley, Saez y Zucman (2021) en su libro: El Triunfo de la Injusticia, sostienen la tesis: “la desigualdad desbocada que padecemos tiene un claro motor: un sistema fiscal injusto”. El libro es una hoja de ruta para alcanzar la justicia social, por tanto, es de lectura obligada para los políticos y gobernantes.

Resetear la economía peruana

Literalmente, un reseteo es volver al inicio, es un nuevo comienzo, algo así como borrar el pasado y empezar de cero. Tomando la idea Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, el reseteo (The Great Reset) sería el reinicio de un nuevo sistema económico y social de una manera más justa y más resiliente.

El sistema económico imperante en nuestro país no está funcionando. La creciente desigualdad, la pobreza, el hambre reinante, el desempleo, el fuerte deterioro de nuestro medio ambiente son evidencias indiscutibles. En este marco el viejo sistema capitalista de laissez-faire (dejar hacer, dejar pasar) ya no es sostenible como dijo el mismo K. Schwab. Hay la necesidad de reinventar el capitalismo en el siglo XXI para la gente, el planeta y la prosperidad de todos. De hecho, ya está fuera de toda discusión que la forma en que opera el capitalismo debe cambiar. Hasta las grandes empresas de Estados Unidos, que integran la poderosa Business Roundtable (La Mesa Redonda de Negocios) que son la crema y nata del capitalismo norteamericano, desde Amazon hasta Xerox, pasando por las mayores empresas de comercio minorista (Walmart), tecnología (Apple), energía (Exxon Mobil), telecomunicaciones (AT&T), automóviles (Ford), finanzas (JP Morgan Chase), entre otras, quieren cambiar las reglas del capitalismo y la forma de hacer negocios en el mundo (véase “Declaración sobre el Propósito de una Corporación”, agosto de 2019).

El reseteo de la economía peruana debe apoyarse en tres pilares: a) Dirigir el mercado hacia resultados más justos, teniendo en cuenta los riesgos y oportunidades ambientales y sociales y no sólo las ganancias financieras en el corto plazo, b) Asegurar que las inversiones persigan objetivos compartidos, como la igualdad y la sostenibilidad, y c) Aprovechar las innovaciones de la “Cuarta Revolución Industrial” para apoyar los servicios públicos, especialmente abordando los desafíos sociales y de salud que se han planteado con la pandemia.

¿Por dónde empezar? A corto plazo, lo más urgente es hacer frente al desempleo, y hacer sostenible la recuperación económicos adoptando las medidas que sean necesarias para ello. A medio plazo debemos abordar las deficiencias del sistema capitalista (modelo económico vigente), sobre todo la falta de inclusión social, la sostenibilidad, especialmente en términos medioambientales, y la imperiosa necesidad de abordar un contrato o acuerdo social (fijar reglas de juego) que defina derechos y deberes de los ciudadanos y que estas sean cambiantes dependiendo de las circunstancias y transformaciones de cada momento histórico. Todas estas cuestiones deben abordarse desde un país abierto al mundo. Esa es una de las grandes lecciones aprendidas con la pandemia, que sin cooperación global se genera una situación donde todos somos perdedores, nadie gana. Finalmente, debemos dar a nuestros hijos más de lo que recibimos nosotros. Este es el sentido progresista de nuestro tiempo (2/8/21).

[1] El Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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¿Cómo salir de la crisis actual? https://www.iiee.edu.pe/como-salir-de-la-crisis-actual/ https://www.iiee.edu.pe/como-salir-de-la-crisis-actual/#respond Thu, 10 Feb 2022 19:58:28 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5741 Alejandro Narváez Liceras[1]

La pandemia está dejando un costo elevadísimo en nuestro país, casi como en ningún otro. Tanto en lo sanitario, con uno de los ratios de fallecidos por población total más altos del mundo, como en lo económico, con una de las recesiones más profundas (2020: -11.12% de PBI según INEI), sumado a todo ello, la crisis política actual que ha polarizado el país en dos bandos y el fantasma del “comunismo” que recorre el país anunciando “miseria”, pérdida de “libertad” y “dictadura”, el cuento del próximo  apocalipsis si gana la izquierda. Vivimos tiempos extraños y dolorosos, en los que se desarrolla una tragedia humana, que jamás habíamos visto. El coronavirus ha puesto en evidencia que el Perú nunca estuvo preparado para nada. Ha puesto al desnudo nuestras miserias más profundas.

Creo profundamente en el cambio. Y muchas veces, las grandes crisis desencadenan grandes cambios, grandes transformaciones.  Es posible un futuro mejor para todos. Por lo tanto, responder con imaginación y firmeza a esta crisis que amenaza con extenderse a los próximos años, demanda en mi opinión, las siguientes acciones inmediatas[2]:

1.        Antes de nada, salvar vidas (vacuna gratis para todos)

2.        Proteger a los pobres de los embates de la crisis (mínimo 4 bonos de ayuda al año).

3.        Salvar el empleo y a las empresas de la quiebra que les acecha (apoyo financiero a micros, pequeñas y medianas empresas que brindan empleo al 75% de la PEA).

4.        Poner en marcha el plan nacional de recuperación y reconstrucción del país.

Modificar el presupuesto de 2021

 

La reconstrucción del país necesita presupuestos de guerra expansivos y plurianuales, que prioricen inversiones de gran magnitud en infraestructura física y equipamiento en educación, ciencia e investigación, salud, transportes y alfabetización digital. Todo ello sería parte de la construcción de un país post – coronavirus que sólo el Estado puede poner en marcha (los privados no invierten en periodos de crisis). Estas medidas tendrían un doble efecto: llevar la economía al terreno positivo y preparar el país para futuros eventos no deseados.

El presupuesto de este año de 183,000 millones de soles, en términos reales es igual que el presupuesto de 2020 que fue de 177,000 millones de soles. No es un presupuesto de reactivación.  A lo más puede ser de contención de la crisis. En cifras y por categoría de gastos el presupuesto de este año está distribuido de este modo: el 65.96% para el gasto corriente, el 25.36% a gasto de capital o inversiones (este rubro es menor en 2.3% respecto a 2020) y el 8.67% para servicio de la deuda.

¿Cómo financiar el nuevo presupuesto y la reconstrucción del país?

 

Para financiar un presupuesto del calibre que necesitamos, orientado a la recuperación económica y reconstrucción del país, deben tomarse las siguientes medidas:

1.     Reforma Tributaria urgente. Se necesita una respuesta fiscal audaz que permita aumentar la presión tributaria actual de 14.4%, para acercarnos al menos a la media de América Latina que está en 23.2% del PBI (Bolivia 25% y Ecuador 20.1%). Esta medida debe incorporar el aumento del impuesto a la renta a las grandes empresas al menos en 5%, así como el impuesto a las grandes fortunas (impuesto a la riqueza) y a las rentas o plusvalías de capital. Dicha reforma exige igualmente la reorganización de la SUNAT para ser más eficiente. El FMI ha dicho sin tapujos que el grueso de la factura de la crisis debe recaer sobre las rentas altas y las empresas más rentables. Por su parte la clasificadora Fitch Rating advierte que sin una reforma tributaria profunda que amplié la recaudación fiscal no será posible superar los efectos de la crisis. Este es el momento para hacerlo la reforma.

2.     Endeudamiento público mínimo de hasta un 50% de nuestro PBI (promedio de Deuda Pública de América Latina 80.5% de su PBI). Hay que romper con el tabú de creer que endeudarse es malo. Todo depende ¿para qué y hasta cuánto? Los mercados de capitales son actualmente una gran ventana de oportunidades para obtener dinero barato.

3.     Cobrar los 11,000 millones de soles de deuda tributaria a grandes empresas deudoras (mineras, bancos, comunicaciones, etc.).

4.     Repatriar el dinero negro que hay en los paraísos fiscales que equivale al 7.5% del PBI. Según la SUNAT se fugan del país en torno a 58,000 millones de soles por los vacíos legales que tenemos (por la evasión e ilusión fiscal, principalmente).

5.     Eliminar las exoneraciones tributarias a las empresas (principalmente mineras) y enfrentar la ilusión fiscal.  Estos se crearon a favor de determinados sectores económicos y grupos de empresas, con el aparente fin de dinamizar el empleo, pero que se continúan prorrogando sin evaluar su efectividad. Hay actualmente 22 exoneraciones tributarias que se aplican en el país, las cuales en 2020 impidieron recaudar 8,900 millones de soles aproximadamente.

6.      Durante el 2020, el Ejecutivo emitió 13 resoluciones y decretos para otorgar prórrogas y ayudas tributarias a personas y empresas afectadas por la pandemia. Urge revisar la efectividad y continuidad de dichas medidas. ***

7.     Combatir la corrupción que representa cerca del 15% del presupuesto anual ejecutado. Se estima para este año en torno 30,000 millones de soles.

8.     Medidas de austeridad en la administración pública, empresas del Estado y recorte de sueldos superiores a 25 mil soles de funcionarios públicos. Ajuste de gastos de viaje, publicidad, consultorías y otros similares, serán otras acciones complementarias.

9.     Con un cambio del ciclo económico (2021: +10.7 % de PBI según BCR), los actuales ingresos fiscales también aumentarían significativamente.

Finalmente, para hacer todo esto, se necesita un gobierno valiente y decidido a cambiar la historia del Perú. Un gobierno con agallas (algo parecido a Joe Biden). Un gobierno con sentimiento patriótico. Un gobierno que haga cumplir la ley e impedir que se concentre el poder y la riqueza en pocas manos. Promotor de un Estado eficiente y transparente, para construir un país moderno y desarrollado diferente al que tenemos hoy. ¡Si, se puede ¡ (L12/5/21).

 [1] Es Profesor Principal de Economía Financiera en la UNMSM y Profesor Asociado de la PUCP.

[2] Un amplio desarrollo de respuestas a la crisis está recogido en otros artículos míos publicados en Otra Mirada” el 5 de mayo de 2020el 6 de octubre de 2020 y 13 de enero 2 de 2021, También puede verse en: www.alejandronarvaez.com

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2020: un año de pesadilla https://www.iiee.edu.pe/2020-un-ano-de-pesadilla%ef%bf%bc/ https://www.iiee.edu.pe/2020-un-ano-de-pesadilla%ef%bf%bc/#respond Thu, 10 Feb 2022 19:34:32 +0000 https://www.iiee.edu.pe/?p=5729 Alejandro Narváez Liceras[1]

Nunca pudimos haber imaginado un año tan devastador como el que está acabando. Demasiadas muertes, dolor y sufrimiento. El coronavirus nos ha llevado a límites de tensión física, psicológica y emocional extremos. Termina un año de pesadilla, un año maldito, en el que un enemigo invisible (el cisne negro) ha puesto en jaque al país entero y se ha ensañado con los más débiles. El 2020 ha sido un año excepcional, sin paliativos. No lo vimos venir, no estábamos preparados para nada y hemos pagado la desidia y la incapacidad de nuestros gobernantes con más de 40 mil muertos y con el colapso brutal de nuestra débil economía como en ningún otro país (2020: -12% del PBI).

El coronavirus lo marcó casi todo, paró el mundo, aunque también hubo otras noticias que pasarán a la historia. En mayo estalló la ira contra el racismo en Estados Unidos, tras la muerte de un hombre negro asfixiado por un policía, el 18 de octubre el MAS de Evo tuvo un triunfo categórico en Bolivia, el 25 de octubre fue el fin de la Constitución de Pinochet en Chile, el 3 de noviembre cayó Trump y el 25 de noviembre murió Maradona. En nuestro país, se dio el “despertar peruano” que se tradujo en la movilización masiva de la sociedad peruana a mediados de noviembre, con miles de jóvenes en la primera línea, que consiguió derrocar en unos pocos días a Merino y la reciente protesta de los trabajadores agrarios de Ica que lograron derogar la antigua y abusiva ley agraria.

En el terreno económico de nuestro país, hay una luz al final del túnel. Pero tampoco es lo suficientemente cercana ni clara como para decir que a lo largo del año 2021 recuperaremos la “normalidad económica” que había en el 2019. Según la encuesta de fin de año de Gallup International, el 48% de peruanos entrevistados creen que el año que viene será de dificultades, el 20% opina que será igual que este año y sólo un 23% sostiene que será de prosperidad. Por otro lado, las cifras del Ministerio de Salud son confusas y nada creíbles. No sabemos con certeza si estamos en la primera o segunda ola de la pandemia y la llegada de la bendita vacuna eficaz y segura se ve aún lejana, mientras tanto, hay que persistir en las medidas de autoprotección. Todo ello, hace pensar que la “normalidad económica” tardará en llegar y su recuperación será muy lenta.

El 2021 será un año muy turbulento. Por un lado, se prevé el aumento de los conflictos sociales debido a la profunda crisis económica y social no resuelta en el país y por otro, es un año electoral que de por sí genera incertidumbre política. El nuevo gobierno que salga de las elecciones de abril, deberá responder a la crisis sanitaria, económica y social que amenaza con extenderse a los próximos años. Una respuesta de país coordinada y de gran magnitud, exige cuatro líneas de actuación urgentes: i) antes de nada, salvar vidas, ii) proteger a los pobres de los embates de la crisis, iii) salvar el empleo y a las empresas de la quiebra que les acecha y iv) poner en marcha un ambicioso plan nacional de recuperación y construcción de un país moderno, desarrollado, democrático y cohesionado socialmente para reducir desigualdades de renta y oportunidades que ha engendrado el modelo económico vigente. Todas estas tareas deben acometerse a la vez.

Sin embargo, estas líneas de actuación no serán posibles, si no se cuenta con un presupuesto fiscal expansivo, progresista y de país. El presupuesto de 2021 en términos reales es menor que el de este año. Las cuentas que contiene no están orientadas a la recuperación de la economía. Es apenas un presupuesto de contención de la crisis económica. En cifras, el 65.6% de dicho presupuesto está destinado a gastos corrientes, el 25% a gastos capital (este rubro es menor en -2.3% respeto a 2020) y el 8% para servicios de la deuda.

Para apuntalar la pronta recuperación económica y generar empleo, es muy importante un presupuesto que contenga una inversión pública récord (será una respuesta excepcional a la altura del desafío al que nos enfrentamos), principalmente para gastos de capital (inversión en infraestructura básica), lo cual implica la modificación del presupuesto del próximo ejercicio, a partir del segundo semestre. Para financiar dichas iniciativas es de capital importancia plantear una respuesta fiscal audaz que ayude a aumentar la presión tributaria actual de 14%, para acercarnos al menos a la media de América Latina que está en 23% del PBI (Bolivia 25% y Ecuador 20.1%). Y en segundo lugar virar hacia el endeudamiento público mínimo a un 50% de nuestro PBI (promedio de Deuda Pública de América Latina 80.5% de su PBI). Finalmente, con un cambio del ciclo económico (2021: +8.5 % de PBI según BCR) los actuales ingresos fiscales también aumentarían significativamente.

Se augura que el 2021 será otro año complicado. Pero, con el esfuerzo y la creatividad que siempre ha exhibido el pueblo peruano y arrimando el hombro entre todos, confío en que saldremos adelante. Un abrazo muy fuerte y ¡Feliz Año Nuevo! (27/12/20).

[1] En Profesor Principal de Finanzas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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